Poco antes del mediodía, el club lanzó el grito de guerra y la calle ancha, que es uno de los símbolos donde el liguismo ha llorado y reído por décadas, se convirtió en el epicentro de un carnaval rojinegro que desafió cualquier plan de domingo. No había brecha generacional; ahí estaba el abuelo que narraba títulos de antaño junto al nieto que, por primera vez, sentía el peso de la historia en el pecho, todos unidos por un solo grito que retumbaba en las paredes de los comercios locales: “¡Liga campeón, Liga Liga Liga campeón, Liga Liga Liga campeón, Liga campeón!”. El río humano era tan denso que el trayecto frente a la Iglesia de La Agonía se convirtió en un paso de tortuga que duró más de tres horas, pero a nadie le importaba el reloj.
Author: Fanny Tayver Marín
Published at: 2025-12-21 23:07:19
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