En verdad, eso es lo que hace o, mejor, a lo que aspira el cine de terror: todo su ideario consiste en esencia, como el de la propia religión, en situar al creyente-espectador ante la aceptación cabal y doliente de su propia indefensión. Se trata de ofrecer sin sentimentalismos, sin casi trama, sin explicaciones ni contexto, lo que un buen día le sucedió a un grupo de soldados —a un un pelotón de Navy SEALs estadounidenses específicamente— en la guerra de Irak de las armas de destrucción masiva que nunca existieron. De algún modo, de lo que se trata es de que acabemos por mirar no tanto la pantalla como los mismos párpados, los nuestros; es decir, que nos miremos a nosotros mismos desconcertados y sufriendo no por el destino de los iraquíes invadidos y masacrados sino por la suerte de una perfecta maquinaria de exterminar civiles.
Author: Luis Martínez
Published at: 2025-04-15 20:04:30
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