En la historia contemporánea de Nicaragua, signada por la opresión y la violencia, los presidentes civiles, respetuosos de las leyes y de la Constitución, son más que escasos, mientras abundan los tiranos que se enquistan en el poder decididos a sostenerse a cualquier costo, aun el de la sangre, y a heredarlo a sus hijos como si se tratara de un patrimonio personal. No solo fue la primera mujer en alcanzar la presidencia del país por el voto popular, sino que su triunfo se dio en medio de una guerra civil de una década que desangraba a Nicaragua, librada en una oscura esquina del tablero de la Guerra Fría, y cuando la Revolución, de la que ella fue parte al inicio como miembro de la Junta de Gobierno que sustituyó a Somoza en 1979, había perdido el favor popular, como lo demostraron los resultados mismos de las elecciones. Asumió la presidencia en medio de una feroz polarización que alcanzaba aún las filas de la coalición opositora que la llevó como candidata; acalló las voces que pedían venganza contra los derrotados, y consiguió en cambio la reconciliación, logró el desarme de los miles de combatientes de las fuerzas de la contra, sacó adelante la profesionalización del Ejército, que hasta entonces era una fuerza militar del partido de gobierno, sanó una economía en números rojos, marcada por la inflación y la escasez, devolvió su papel constitucional a las instituciones del Estado, y pudo imponerse ante los designios de Daniel Ortega, el candidato perdedor, que buscaba hacerle la vida imposible instigando huelgas y asonadas.
Author: Sergio Ramírez
Published at: 2025-06-29 16:00:00
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