Desde sus posiciones en el mercado de Bakara, en el que cayeron los dos helicópteros Blackhawk de EEUU en 1993, los miembros de Al Shabab se desplazaron al desierto para dedicarse al lucrativo negocio de los secuestros, aunque siguieron atacando la capital con ofensivas puntuales y atentados suicidas. La situación recuerda a la de 2021 en Afganistán: estado débil y mal gestionado que pierde poco a poco el apoyo internacional y se desmorona ante el avance de los radicales, mucho más motivados y más cuidadosos a la hora de ganarse a la población civil. Los civiles, que aplaudieron al principio la liberación de estas regiones y dejar de depender de aberraciones como la Sharia (ley islámica), cambiaron sus lealtades gracias al trabajo que hizo la milicia para explotar las quejas locales y cooptar a los ancianos de los clanes.
Author: Alberto Rojas
Published at: 2025-07-29 22:03:09
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