La destrucción de estos buques fuerza a Rusia a replantearse el uso de su flota clandestina en el mar Negro y podría impedirle cargar crudo en Novorosíisk, obligando a los petroleros a rodear Europa para operar en puertos del mar del Norte o del Báltico. En los picos de esta ofensiva, hasta un 25% de la capacidad de refinado quedó temporalmente fuera de servicio por daños, mantenimiento forzado o falta de repuestos. La caída en la producción y exportación de combustibles reduce los ingresos de las grandes petroleras y, con ello, los recursos fiscales del Kremlin, extremadamente dependiente de los hidrocarburos.
Author: Alberto Rojas
Published at: 2025-11-30 15:30:56
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