Y es que la política arancelaria —mal llamada proteccionista— no deja de ser un tipo de impuesto que soportarán no sólo los consumidores estadounidenses que opten por la adquisición de productos fabricados en el extranjero sino también los propios fabricantes norteamericanos de productos "made in USA" cuyos componentes por razón de calidad y/o precio son importados del extranjero. Y es que, aunque la solución a la ofensiva arancelaria de Trump no sea responder con una no menos autodestructiva batería arancelaria a los productos que importamos de los EE UU, la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ya ha insinuado la posibilidad de que la UE responda en ese mismo sentido. Y es que el nacionalismo económico de Trump no sólo desprecia las lecciones de siglos de Historia del pensamiento económico, los beneficios de la globalización y de la división internacional del trabajo, sino que contradice también su supuesta adhesión a los principios de la libre empresa y su supuesta pretensión de reducir la presión fiscal y el gasto público en los Estados Unidos.
Author: EDITORIAL
Published at: 2025-04-02 20:41:29
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