Pero la disposición de Hamas e Israel de darle una oportunidad al plan de Trump, pese a dudas que hay sobre cuántos de esos 20 puntos están dispuestos a aceptar, abre una luz de esperanza en un mundo que lo ve como la última oportunidad de evitar un desastre, y resignifica el autodenominado rol del magnate como pacificador en jefe, hasta ahora cuestionado por algunos tropiezos y exageraciones. Si pudiéramos meternos en la cabeza de alguno de los miembros del Comité Noruego del Nobel, probablemente veríamos algunas banderas rojas para premiar al presidente norteamericano: solo en el último tiempo les pidió a sus generales que usen las ciudades de su país como campos de entrenamiento, rebautizó al Departamento de Defensa como de Guerra y desplegó barcos de guerra en el Caribe para atacar lanchas narco y presionar a un régimen autoritario. A fines de ese dramático mes, el 27 de junio, Trump recibió en el Salón Oval a delegaciones de la República Democrática del Congo y Ruanda, protagonistas desde hace tres décadas de una de las guerras más sangrientas de África, para firmar un acuerdo de paz mediado por Estados Unidos que el presidente calificó como un “glorioso triunfo”.
Author: Juan Landaburu
Published at: 2025-10-04 17:51:21
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