En sentido contrario, y contando con que no habrá mostrado todas las cartas que va a utilizar con su homólogo ruso, lo que el inquilino de la Casa Blanca les haya contado tampoco habrá servido para tranquilizar ni a Volodímir Zelenski, físicamente en Berlín al lado del canciller germano, ni a sus cada vez más sumisos aliados europeos, temerosos de quedarse sin las garantías de seguridad que Washington les viene proporcionando desde hace décadas. Esa confluencia de factores permite entender que, para quien se afana de ser el gran negociador y pacificador del planeta sobran tanto la voz de Zelenski —al que tantas veces ha señalado como el responsable de un conflicto iniciado por Moscú mucho antes de que hubiera llegado a la presidencia del país—, como la de una Unión Europea que, en su opinión, fue creada para “joder” a EEUU. Por su parte, a Putin —maestro en el arte de enredar a Trump haciéndole creer que está dispuesto a aceptar sus condiciones, mientras sigue ganando tiempo para seguir adelante con su plan de anexión ucraniana—, le basta con no provocar una sobrerreacción estadounidense que suponga la pérdida del control de sus activos congelados en el exterior (en torno a los 300.000 millones de dólares) y la imposición de aranceles a China e India hasta un punto que les lleve a ambos a considerar insostenible su apoyo a Moscú, de quien son socios y clientes principales para sobrellevar las sucesivas rondas de sanciones que le han sido aplicadas por Washington y Bruselas.
Author: Jesús A. Núñez
Published at: 2025-08-13 20:27:28
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