Me encontré con él por primera vez en 1981 en Estocolmo, cuando se hallaba en la oposición; tuvimos una muy larga conversación durante un desayuno, ansioso como se hallaba de conocer la situación de Nicaragua después del triunfo de la revolución, y me invitó a acompañarlo a la marcha del 1.° de mayo por las calles de Estocolmo; al año siguiente, su partido ganaría las elecciones parlamentarias, y volvió a ocupar el cargo de primer ministro, hasta su asesinato. Ya he hablado de Willy Brandt, con quien me relacioné de primero, y a quien debí mi matrícula de socialdemócrata, cuando en los tiempos revueltos de la revolución de la que me tocó ser protagonista, aquella no dejaba de ser una mala fama frente a los feligreses de los recalcitrantes mitos ideológicos de la izquierda ortodoxa, ahora calcinados. En 1978, cuando, a la cabeza del Grupo de los Doce, dejamos el exilio en Costa Rica para regresar a Nicaragua, en desafío de la orden de prisión de Somoza, Willy Brandt me envió una carta de respaldo, para que la hiciéramos pública, en busca seguramente de protegernos de alguna manera, metiéndonos como íbamos a meternos dentro de la boca misma del lobo.
Author: Sergio Ramírez
Published at: 2025-06-15 17:00:00
Still want to read the full version? Full article