Cree el liberalio de Estado que, con cambiar a Yoli por Cuca, lo de España estaría arreglado, y, pensando en lo suyo, que es la escudilla para la sopa boba, no le falta razón. Políticamente, España no ha salido de Torremolinos, cuya vida internacional se reducía a «rubias en short y viejos vestidos de niños», en imagen de Ruano, que viajó a Málaga («más de espíritu rubio que moro») tras las huellas de su abuelo don Miguel Ruano de los Gallardos Serrano y López-Domínguez, natural de aquella ciudad, tan ajena a Positano, donde él se hubiera perdido para vivir (renunciando, incluso, a su corresponsalía de ABC en Roma), de no haberse visto sorprendido por el cataclismo general de la guerra, lo único con lo que nadie había contado, porque entonces no había bocachanclas como Rutte («Animus in consulendo liber»), que juega a la guerra nuclear con majaderías que no consolarán a los muertos: «Somos –ha dicho– más poderosos que el Imperio Romano y que el Imperio Napoleónico; somos los más poderosos de la historia mundial». Los liberalios madrileños han festejado este populismo (estado mental que lleva a las clases acomodadas a actuar en beneficio de las «necesidades del pueblo») con otra de 'cerves' en la terracita de Ayuso, Torremolinos del pobre, petada de rubias en leotardos y de viejos en pernetas que hablan de echar a Sánchez para reformar la Constitución y establecer una democracia como la de la Academia, a donde se entra por votación y se sale por empellón, como Pemán, a quien los falangistas sacaron de la dirección por su tibieza hacia José Antonio.
Author: (abc)
Published at: 2025-06-09 17:03:06
Still want to read the full version? Full article