¡Tierra!

¡Tierra!


Colocar una bandera de finales del siglo XVIII en un barco de finales del XV puede ser un simple problema de ignorancia, aunque nunca enarbolen la tricolor por equivocación; a fin de cuentas, el anacronismo es libre; pero eso es también lo que hacen de facto y sin divisas de por medio al vender constantemente la idea de que esta España, la de hoy, tiene derecho a prenderse las medallas de la España de 1492 o de cualquiera de las Españas que hicieron algo más de lo que han hecho tan preocupados patriotas: transformar el país en un hotel para turistas y un gran negocio para especuladores inmobiliarios. La España que él amaba no encaja bien con la de los manipuladores de este domingo, y su hispanidad tampoco es el fraude chovinista al que estamos acostumbrados, sino la que apunta en Sobre la defensa y la difusión de la cultura, el discurso que pronunció en el Congreso Internacional de Escritores (Valencia, 1937): “Mi respuesta”, dijo –busquen la pregunta en su texto– “era la de un español consciente de su hispanidad, que sabe, que necesita saber cómo en España casi todo lo grande es obra del pueblo o para el pueblo; cómo en España lo esencialmente aristocrático, en cierto modo, es lo popular”. Y no hagan caso de los que afirman que buscamos tres pies al gato cada vez que denunciamos sus trampas: el día que nos dé por ahí, le buscaremos cinco, que es lo que rezaba el dicho antes de que Cervantes hiciera un chiste a costa de cierto comisario y sacara de quicio al mejor de los españoles de ficción: don Quijote, naturalmente.

Author: Jesús Gómez Gutiérrez


Published at: 2025-10-11 20:38:03

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