La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, con su guerra comercial y arancelaria -y las consecuencias provocadas por su errática estrategia de negociación, que han disparado la incertidumbre y las probabilidades de un frenazo económico o incluso una recesión-, su hostilidad antieuropea y sus simpatías por Moscú, ha agravado la ansiedad de la Unión Europea respecto a su menguante papel en el mundo. Una ansiedad que se había disparado con el Covid y el fallo en la cadena de suministro cuando se cerraron los puertos chinos que puso de manifiesto las carencias de Europa y de las empresas del Viejo Continente a la hora de disponer de las tecnologías y las infraestructuras que van a determinar la competitividad y la hegemonía futuras. Y no sólo porque los exmonopolios suelen ser los propietarios de infraestructuras críticas, motivo más que suficiente, sino porque, además, como ocurre en el caso español con Telefónica, esos antiguos monopolios públicos son, por tradición y sentido común, los principales proveedores de servicios de telecos y de ciberseguridad para la Defensa y las fuerzas de seguridad.
Author: Ignacio del Castillo
Published at: 2025-07-06 21:56:12
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