Un mutismo que acaso se entrelaza con el tímido llanto de una mujer que asoma la cabeza por el enorme orificio que el misil ruso dejó en su casa, y que laceró, al instante, toda el ala oeste del edificio. Unos metros más allá, el ruido seco de cristales y escombros devuelve de golpe la cordura que la impactante escena puede llegar a robar por un instante. La congoja se adueña de este tranquilo vecindario, después de que el pasado jueves un misil de crucero Iskander-K impactara en un bloque de viviendas.
Author: Lara Escudero
Published at: 2025-08-04 18:00:19
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