Los picados y contrapicados describen esa sensación de acecho, de alerta incesante, mientras los claroscuros introducidos por el trabajo fotográfico de Sam Leavitt —habitual, más adelante, de la misma labor en films de cineastas de la talla de Preminger o Siegel— refuerza la vertiente ‹noir› de la obra, que se dirime entre callejones, habitaciones vacías e incluso un conato de ‹femme fatale› que no terminará de fructificar por el carácter silente de El espía. El espía se propone así como algo mas que una ‹rara avis› siendo capaz de condensar algunas de las claves del cine de espionaje y de otorgarles empaque mediante el periplo de un personaje que termina preso de su propia condición, sin salida de escape posible y en una huida perenne que no hace sino acrecentar las sombras de un microcosmos tan mecánico en la superficie como abrasivo en un fondo que Rouse recoge con la destreza necesaria como para encontrarnos ante una pieza a la que merece la pena prestar atención. Se mueve en una línea incómoda entre la sátira que desmonta los argumentos emocionales y la cohesión nacionalista de sus personajes y la épica totalmente carente de ironía que los ensalza, y, en ese término medio, ofrece una visión procedimental maravillosa del espionaje, que va desde escarbar en el detalle de cada aprendizaje en la escuela de espías hasta describir la frialdad de unos personajes entrenados para actuar siempre, medir cada gesto y matar a sus seres más queridos si es necesario.
Author: Cine maldito
Published at: 2025-05-25 22:18:06
Still want to read the full version? Full article