Dediqué mis palabras a desbancar de su pedestal a otro guerrillero, el argentino Ernesto 'Che' Guevara, quien aún sigue siendo un mito libertador entre muchos jóvenes y menos jóvenes, cuando en realidad se había dedicado a fusilar a cientos de cubanos en la fortaleza-prisión de La Cabaña en La Habana y a proclamar que el verdadero revolucionario tenía que transformarse en una «máquina de matar». Desde mi llegada a Lviv por la mañana, después de un viaje en tren desde Cracovia, en Polonia, y una larguísima espera (por oscuros motivos burocráticos en la frontera), me di cuenta de los estragos de la guerra: pequeños grupos de mutilados deambulando sin rumbo preciso en la estación, fotos de los héroes caídos en el frente afuera, una hermosa pareja abrazándose no lejos, él con una pierna menos y muletas, ella intacta pero con una evidente tristeza en los ojos. Aparte de él, Lviv cuenta entre sus glorias, allí nacidas o que allí residieron o estudiaron, a Raphael Lemkin, el tan importante jurista, fiscal en el tribunal de Nuremberg contra los más señalados criminales nazis, quien acuñó el concepto de «genocidio» (tan desvirtuado hoy día) para calificar el exterminio de los judíos y, por extensión, el «Holodomor», el intento de Stalin por acabar por medio de una espantosa hambruna con los ucranianos, que le resultaban rebeldes, durante los años 1932 y 1933.
Author: (abc)
Published at: 2025-08-20 16:49:09
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