Matute, de la que este año se cumple el centenario de su nacimiento, buscó en la escritura, en sus libros y en la literatura en general su refugio particular, ese lugar en el que, más allá de hacer memoria, podía seguir soñando, podía sentirse libre. Porque, de algún modo, hace tiempo que muchos de nosotros y nosotras necesitamos hallar ese rincón, ese abrazo, físico o mental, se llame como se llame, en el que por un momento desaparezca, como si desapareciera de verdad, el genocidio al que estamos asistiendo en directo, o las políticas que no tienen en cuenta los más básicos derechos humanos, o el pozo del que no conseguimos salir. Belén Funes lo explicaba muy bien en una entrevista reciente publicada en lamarea.com sobre su nueva película, Los Tortuga, en la que reivindica la fuerza de las personas jóvenes para construir esos refugios espirituales: «Anabel le está diciendo a la generación predecesora, a su madre, que compartir los momentos malos es una forma de conectar, que la colectividad es la única forma de sanar las cosas».
Author: Olivia Carballar
Published at: 2025-08-06 22:34:00
Still want to read the full version? Full article