Reed Brody, nacido en Brooklyn hace 71 años pero natural de Brodania de toda la vida, hijo de un emigrante judío nacido en Hungría que sobrevivió a los campos de trabajo en Alemania y Ucrania tras la Segunda Guerra Mundial, ha sido consejero jurídico y portavoz de la ONG Human Rights Watch y lleva cerca de 40 años revoloteando como una mosca cojonera tras el cogote de los tipos más despreciables del planeta. Participó en la causa contra el dictador chileno Augusto Pinochet, relató la crueldad de la Contra en Nicaragua, persiguió al sangriento ex presidente de Haití Jean-Claude Baby Doc Duvalier, trató sin éxito de encausar a George W. Bush por torturas tras el 11-S, aún anda tras los pasos de Yahya Jammeh en Gambia y dedicó media vida a acorralar a Hissène Habré, responsable de un régimen que dejó en Chad cerca de 40.000 asesinatos y cientos de miles de violaciones, desapariciones forzosas y casos de esclavitud sexual. Es una de sus obsesiones: cuenta Brody que en 2006, tras el último arresto de Pinochet antes de su muerte en el Hospital Militar de Santiago, y después de celebrar un proceso que sería «una advertencia para todos los tiranos del mundo», sus colegas en Human Rights Watch colgaron un mapa en su oficina y, como en las pelis de espías, fueron clavando retratos de tiranos, trazando líneas y clavando chinchetas en los destinos más peligrosos del planeta.
Author: Rodrigo Terrasa
Published at: 2025-05-27 22:04:50
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