Se le pone a uno la piel de gallina cuando por la calle de Alcalá y con la falda almidoná ve desfilar a los perseguidos, decenas o cientos de miles, por la ola reaccionaria, personas vulnerables y zaheridas que para pasar el mal trago suelen tener en nómina y cartel a las cantantes o cantantas eurovisivas, fantasías desanimadas de ayer y hoy. De nada vale interpretar una canción que parece hecha a la medida de la cabalgata del primer fin de semana de julio si luego callas, como hace Melody, ante el genocidio que perpetra Israel en ese paraíso de las libertades sexuales que es la franja que administran los encapuchados de Hamás, gente de túnel y cuarto oscuro. Como a Karla Sofía Gascón, a la que no bastó su activismo trans para pasar el filtro de un santo oficio que exige el 'pack' completo de compromisos progresistas, a la pobre Melody ya han comenzado a pasarle la factura de su silencio frente a la ofensiva militar de Israel sobre Gaza, donde el colectivo de víctimas de la ultraderecha tenía previsto organizar un año de estos –Agenda 2030– su tradicional desfile martirial, quizá coincidiendo con la celebración chií de la 'asura'.
Author: (abc)
Published at: 2025-05-27 17:18:00
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