Sobre la mesa, una campana dorada y pequeños objetos cotidianos son testigos de su relato: “Lo recuerdo como una persona seria y muy buena”, rememora con nostalgia la fillola (ahijada) de aquel que se negó a secundar la sublevación fascista, aunque su rechazo le costara la vida: su negativa lo convirtió en objetivo inmediato de los militares rebeldes, siendo arrestado de inmediato, sometido a un consejo de guerra sin garantías y, finalmente, ejecutado. Y ello “con motivo de las actuación del Gobierno defensor de las teorías del llamado Frente Popular encaminadas a implantar en España el marxismo y Comunismo, instaurándose un régimen de desorden en el que fueron atropelladas las leyes, vejadas las personas de orden y desconocido el principio de autoridad, conduciendo tal modo de proceder de los gobernantes a la desolación y ruina de la nación”. La sentencia contra Ferrer fue así un ejemplo paradigmático de la justicia militar sublevada, más orientada a sancionar disidencias y fidelidades republicanas que a juzgar delitos reales, y revelaba así que los “hechos probados” no bastaban para sustentar su condena: su figura, lejos de la caricatura que ofrecieron los sumarios, se perfila como la de un militar profesional ejecutado no por actos violentos, sino por permanecer fiel a su juramento y al Estado legítimo.
Author: Esther Ballesteros
Published at: 2025-12-21 21:29:49
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