El Martínez, que integraba “el restaurante y salón Ronda frecuentado por la realeza, estadistas y diplomáticos”, según una postal promocional de los años 30, se había fundado una década antes y tenía efectivamente cierto postín, porque lo había popularizado paradójicamente el rey Alfonso XIII entre la clase dirigente española que vivía en Londres bastante antes de que los exiliados lo eligieran como centro de reuniones: entremedias, la Proclamación de la II República en 1931, la Revolución de Octubre de 1934, el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y la maldita Guerra Civil que duró hasta 1939. Lo explica por teléfono a El Confidencial, Séan F. Scullion, quien lleva algunos años investigando las peripecias de este relativamente pequeño grupo de excombatientes del Ejército Popular de la República: “Hubo dos grandes oleadas de voluntarios, la de 1940, que son los que se habían alistado en la Legión Extranjera francesa después de haber sido recluidos en campos de concentración en Francia –como Gurs o Argéles Sur le Mer–, tras la Guerra Civil Española y la de 1942 cuyo origen es distinto, ya que no provenían de las unidades francesas, sino directamente de los campos del Norte de África, en donde había sido encarcelados hasta que fueron liberados por la Operación Torch de los aliados”. El primer grupo lo forman pues los exiliados del Ejército Republicano que habían pasado a Francia por los Pirineos tras la caída de Cataluña entre diciembre de 1938 y enero de 1939 y que después de pasar prácticamente un año confinados en esos campos de internamiento franceses se les ofrece alistarse en el ejército cuando estalla la guerra con Alemania: “Se integran en la Legión Extranjera y algunos combaten en Noruega y otros en Oriente Medio”, explica Séan F. Scullion, “antes de reencontrarse en Gran Bretaña en 1940, los que sobreviven o no son hechos prisioneros claro”.
Author: Julio Martín Alarcón
Published at: 2025-06-21 16:30:00
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