Muebles de felpa

Muebles de felpa


Al hilo de la mala conciencia de Alfred Nobel, en 'El mundo de ayer' cuenta Stefan Zweig cómo él, al día siguiente de haber experimentado por primera vez el miedo, tropezó con la baronesa Berta von Suttner, «la magnífica y generosa Casandra de nuestra época», que había vivido el horror de la guerra de 1866 en Bohemia, y con la pasión de una Florence Nightingale vio que tenía una sola misión en la vida: evitar una segunda guerra, cualquier guerra, eso que nuestros liberalios otanejos consideran «una mariconada». La baronesa escribió una novela, 'Abajo las armas', de éxito mundial, aunque el mayor triunfo de su vida fue despertar la conciencia de Alfred Nobel, el inventor de la dinamita, al que conminó, dice Zweig, a que instituyera el premio Nobel de la Paz y la Comprensión Internacional como compensación por el mal que había causado con su invento. Ella fue la primera en llevárselo, y desde entonces, por los distintos niveles descritos por Schmitt, el galardón ha degenerado tanto (Kissinger, Arafat, Obama) que hoy nos suena a Nobel para misses, y dárselo a Trump, el presidente que habla como los 'gansters' de Scorsese en el cine neoyorquino, hubiera sido tratarlo de Priscilla, reina del desierto, aunque por un momento nos temimos que la piñata fuera, 'ex aequo', para David Petraeus y Abu Mohammad al-Julani, dos coristas de Obama, o incluso para el nuevo gobernador de Palestina, Tony 'Pilato' Blair.

Author: (abc)


Published at: 2025-10-13 17:06:08

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