Los argumentos esgrimidos repiten, en mayor o menor medida, las mismas consignas que se señalaban a finales del s.XIX, cuando el movimiento obrero protagonizó el 1 de mayo de 1886 la revuelta de Haymarket en Chicago, reivindicando la jornada de 40 horas semanales (de ahí que el 1 de mayo se celebre el día del trabajo): atentado contra la productividad y la competitividad, intromisión excesiva del Estado en la economía, encarecimiento de bienes y servicios, falta de flexibilidad… Fue pionera en implantar la semana laboral de cuatro días en enero de 2020, un modelo que, según sus responsables, ha traído beneficios como una mayor productividad, una reducción del absentismo y una mejora en la conciliación de la vida personal y laboral de sus empleados, sin afectar su salario. Aun así, en pleno siglo XXI, con avances tecnológicos sin precedentes y una mayor conciencia sobre la salud mental y la sostenibilidad de nuestras vidas, seguimos anclados en esquemas laborales del siglo pasado y en la trampa de trabajar muchas horas, viviendo poco y lo que es más paradójico, no necesariamente rindiendo más.
Author: Carmen Rodríguez Morilla
Published at: 2025-09-28 03:30:47
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