No sería, sin embargo, hasta que García Márquez publicara Cien años de soledad (1967), uno de esos raros virus que de pronto contaminan millones de mentes, que el éxito de la misión estuvo por fin a su alcance. Mientras Fuentes optaba por una prudente equidistancia, Vargas Llosa mantuvo su fe revolucionaria, solo que la trasladó al polo opuesto, del marxismo militante a un feroz liberalismo que poco a poco se acercó a la derecha más reaccionaria: mientras García Márquez se mantuvo siempre fiel a Castro, Vargas Llosa llamaba a votar por la hija del dictador que le arrebató la presidencia del Perú. La muerte de Vargas Llosa cierra irremediablemente el ciclo: hoy los intelectuales públicos se han vuelto prácticamente irrelevantes, sustituidos por efímeros influencers; la literatura ha dejado de hallarse en el centro de la imaginación del planeta, sustituida por el dominio del audiovisual; América Latina vuelve a ser percibida como una región periférica en medio del descontrol geopolítico precipitado por Trump; y la autoridad de los hombres blancos heterosexuales se desvanece día con día.
Author: Jorge Volpi
Published at: 2025-04-14 17:18:49
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