Los soñadores se van, quedan las pesadillas

Los soñadores se van, quedan las pesadillas


Resultaba fascinante comprender cómo se construyeron las grandes novelas de García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, mi admirado Carlos Fuentes, el más elegante en todos los sentidos, y el excelso elenco de excepciones a la pobreza y a la miseria intelectual de la América Latina de los dictadores, los revolucionarios de bon vivant y los sátrapas de los años cincuenta a setenta. Si la Primera Guerra Mundial creó a París como lo hizo la Guerra franco-prusiana de 1870, la Segunda Guerra dio a luz a Nueva York, y parecía que nadie era capaz de seguir la estela de los dólares y la pasión por el esnobismo que inundó a la opulenta sociedad neoyorquina gracias a Leo Castelli y Peggy Guggenheim. Como en la distopía de Bradbury en la que los futuros revolucionarios basan sus ansias de libertad memorizando libros para que algún día puedan ser rescatados, no ya sus palabras sino sus profundos mensajes, deberemos asegurar que las nuevas generaciones no se dejan llevar por el mundo distópico y no olvidan que hubo hombres y mujeres que con la palabra accedieron a las cotas más excelsas de la cultura.

Author: Enrique Navarro


Published at: 2025-04-14 21:43:17

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