No importa si los cuentos provienen de un acosador que regresó al país después de que el Banco Mundial le bloqueó la posibilidad de ascender y a quien el FMI le prohibió el ingreso a sus instalaciones; de una periodista a quien dejó de importarle la ética de la veracidad y de la buena voluntad, o de un abogado que utiliza el trillado recurso de una escoba para buscar un hueco de protagonismo que nunca logró. Así, los discursos grandilocuentes y violentos camuflan el confort del que disfrutan varios financistas de la campaña de Chaves que retuvieron la concesión del disfuncional puerto de Caldera e importadores de arroz a los que les rebajaron drásticamente los impuestos (aranceles), en desmedro de las finanzas públicas, mientras el gobierno endeuda al país hasta el cogote. Más que establecer la verdad o la falsedad de lo que se afirma en la política, parece que debemos hacernos otra pregunta: ¿por qué una parte de la población decide creer lo que ciertas personas dicen sin importar la evidencia en contra que se les presente?
Author: María Flórez-Estrada Pimentel
Published at: 2025-06-15 16:00:00
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