Desde su postura, apoyándose en el atril como en la barra de un bar, muy acelerado, cambiando de pie y de codo, a sus palabras: fue relativamente claro exponiendo los 20 puntos de su propuesta, pero jalonó su intervención de digresiones, frases cortadas o referencias a destiempo o, peor, cero humanas, como cuando se quejó del trabajo que tiene y lo pesado que es "el tema" de Oriente Medio, cuando enfrente hay un genocidio con 67.000 muertos en la franja palestina. A veces, por su visceralidad; otras, por la falta de cabeza; a veces, porque demuestra una importante falta de conocimientos para el cargo que ostenta: si ve en la tele Fuga de Alcatraz, tuitea que hay que reabrir la cárcel (cerrada en 1963); si se enfada por el auge del cine internacional, llama a parar la "amenaza de seguridad nacional" y plantea aranceles del 100% a las películas que lleguen de fuera; llega el 4 de mayo y recuerda el día de Star Wars con una espada láser... pero roja, la de los sith. Stephen Collinson, el reportero de la CNN en la Casa Blanca, siempre habla de una "volatilidad arriesgada" en las intervenciones de Trump y, muy prudente sobre cuestiones de salud, alude a que su manera de comportarse también conecta con cierta parte de la sociedad que aplaude a un dirigente diferente, que se salta las convenciones y que además demuestra su empeño en tener un poder "expansivo".
Author: Carmen Rengel
Published at: 2025-10-12 19:20:23
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