Lo que se aprende del pistoletazo que dio salida a la II Guerra Mundial resulta bastante obvio: hay que desconfiar de los totalitarios y las políticas apaciguadoras acaban mal para quienes las emprenden;solo un despliegue militar manifiestamente superior y la voluntad de emplearlo asegura la paz porque detiene a quienes violan el derecho internacional. A finales de la década de los treinta del siglo pasado, Adolf Hitler pensaba que le había tomado la medida al conservador Neville Chamberlain, el primer ministro británico, y, también, a Édouard Daladier, el líder del Partido Radical Socialista y presidente del gobierno francés. En los acuerdos de Múnich que habían firmado el año anterior con él y con su socio italiano Benito Mussolini, los dos accedieron a la anexión por el Tercer Reich de la región alemana hablante de los Sudetes que pertenecía a Checoslovaquia.
Author: Tom Burns Marañón
Published at: 2025-08-31 21:43:12
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