Puertas que dejamos cerradas y bien cerradas por miedo a nosotros mismos y a lo que cada uno llevamos dentro; las dejamos cerradas por miedo al otro, a los demás; cerradas de cal y canto también por miedo a la vida y a la muerte. La Paz viene y me llena de una alegría profunda, porque ni mis tinieblas, ni el dolor que siento, y ni mucho menos la muerte, han podido separarme de Su amor, resucitado más fuerte y más tierno que nunca: ¡es el Señor! Que venga para consolar nuestros corazones cuando la desolación los ha endurecido; que venga para custodiar nuestros vínculos y darles vida de nuevo cada vez que esas relaciones languidecen; que venga para aliviar nuestros dolores y para salvarlos del mal; que venga para convertir el grumo de nuestras amarguras en dulces panales de miel; que venga para transformar las heridas y rasguños de la vida que nos hacen sufrir el alma en rendijas por las que entre la luz en el corazón; que venga para disolver nuestros miedos en aguas frescas y en vivas corrientes; que venga para que en vez de escuchar los gritos de guerra el único llanto que se oiga sea el del bebé que acaba de abrirse a la vida; que venga para transformar los fríos sepulcros en un seno materno preñado de futuro.
Author: (abc)
Published at: 2025-04-20 17:26:23
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