Dos años después, Victoria falleció a los 110 años en Tokio, en la Casa Alegría de las adoratrices de Kitami, una de las siete que tiene en el país asiático una congregación fundada en Madrid en 1856 para liberar a las mujeres oprimidas por la prostitución. Durante un par de charlas telefónicas que Victoria mantuvo con el periodista que firma estas líneas entre 2016 y 2017, la religiosa también explicó cómo, tras la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki, salía por las noches sin hábito, haciéndose pasar incluso en algunas ocasiones por una trabajadora sexual occidental, para investigar cómo operaba la red de la Yakuza, el famoso sindicato del crimen de Japón, que vendía a las niñas huérfanas de la bomba a burdeles y casas de geishas, donde les obligaban a bailar para deleitar a los clientes. Este 6 de agosto, en el 80º aniversario del bombardeo de Hiroshima, rescatamos la historia de la monja de Málaga que salvó de los infiernos de la esclavitud sexual a supervivientes de una explosión nuclear que dejó aproximadamente 140.000 muertos, 80.000 de forma inmediata y otras 60.000 personas que fallecieron posteriormente a causa de las quemaduras y enfermedades relacionadas con la radiación.
Author: Lucas de la Cal
Published at: 2025-08-05 22:01:34
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