La misión

La misión


La caída de la URSS tuvo consecuencias que aún sufrimos, porque a pesar de que el socialismo no se limitaba a la experiencia soviética, su desaparición derrumbó el ideal de un sistema alternativo al capitalismo y, al no reformularse dicho ideal (como propone Alain Badiou, por ejemplo, en Observaciones sobre la desorientación del mundo), la humanidad acabó donde estamos hoy: en el amanecer de una distopía ciberpunk no demasiado alejada de las obras de William Gibson (Neuromante, Monalisa acelerada, etc.) o, salvando las distancias, Richard Morgan (Leyes de mercado), con megacorporaciones que controlan la política y la información y gobiernos al servicio de las megacorporaciones. Tres años después, Alexéi Kosiguin y el propio Nixon firmaron un acuerdo de cooperación para “la exploración y uso del espacio ultraterrestre con fines pacíficos” que incluía el programa experimental Apolo-Soyuz; seis años después, el 17 de julio de 1975, las dos naves se acoplaron sin problemas después de que Leonov se comunicara con Stafford para decirle: “Tom, no te olvides de tu motor, por favor”, refiriéndose a los propulsores delanteros del Apolo, que podían dañar la Soyuz si se olvidaba de apagarlos (The Partnership, de Edward Clinton y Linda Neuman). El agravamiento de las tensiones entre las dos superpotencias, los problemas presupuestarios de la URSS y el error que cometió la NASA al sustituir el programa Apolo por el carísimo y casi publicitario programa de los transbordadores detuvo la evolución del proceso, que por entonces era –esto es fundamental– público, en el sentido de que dependía estrictamente de las agencias gubernamentales.

Author: Jesús Gómez Gutiérrez


Published at: 2025-07-12 19:23:48

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