La marquesina

La marquesina


Desde hace una década, saludo y despido al día paseando con el perro por la acera de la parroquia dominica Nuestra Señora del Rosario de Filipinas ... («¡Soy el último de Filipinas!», dice Foxá, en su moribundez, a Juan Ignacio Luca de Tena y a Antonio D. Olano, cuando lo reciben en Barajas), en la calle del Conde de Peñalver. El edificio es de estilo brutalista ('béton brut', 'art brut'), o lo que el tonto medio llama 'moderno' (en los ambientes cultos de la capital no hay un culterano que no meta un 'brutal' en cada frase), con una 'marquesina' de hormigón bajo la que se refugian cada noche los sin techo y con una escalinata de piedra donde se aprietan cada mañana los sin desayuno, en una zona, ay, de desayunadores 'premium', o desayunadores del Estado, procedentes de los círculos burocráticos de la Fiscalía y el Injuve. En una Europa tan tiesa que debate en serio la legalización del robo ('chips' a los chinos, ahorros a los rusos, y así), el espectáculo liberalio de los sin techo bajo la marquesina brutalista produce en uno el efecto de la magdalena de Proust sobre el problema de la vivienda, que en España te devuelve a la infancia, con 'El pisito' de Ferreri (López Vázquez y Mary Carrillo que no se pueden casar porque no tienen para el piso) y con 'El verdugo' de Berlanga (Pepe Isbert metiendo a verdugo a Nino Manfredi para que le den el piso donde formar una familia con Emma Penella).

Author: (abc)


Published at: 2025-11-13 18:16:26

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