El sistema que usaron se llamaba DART, una tecnología desarrollada por cuatro empresas con la el apoyo tecnológico de DARPA, la agencia de innovación del Departamento de Defensa de EEUU a la que debemos, entre otras cosas, internet, los GPS (ésos que los drones de Shield AI ya no necesitan), los sistemas de reconocimiento facial de los teléfonos móviles, los asistentes virtuales que funcionan con la voz humana (Siri, Alexa, etcétera) y hasta el ratón de los ordenadores. La IA de la defensa no habría alcanzado sus dimensiones actuales de no haber sido por la invasión rusa de Ucrania, un conflicto que, en palabras de Erik Prince, fundador de la archifamosa (por su facilidad para matar civiles) empresa de mercenarios Blackwater y, ahora del fondo de private equity Frontier Resources, "ha acelerado el arte de la guerra de una manera masiva" como no habíamos visto "desde que Gengis Khan puso estribos a las sillas de montar". Peter Thiel, fundador de Palantir, es el máximo ejemplo de esa tendencia, dentro de la que también parece encontrarse Alex Karp, el consejero delegado de la compañía aunque este último se autocalifica de "marxista", en lo que parece una formidable tortilla ideológica que podría situarse dentro de lo que el creador de OpenAI, Samuel Altman, calificaría de "alucinación" si fuera un sistema de IA.
Author: Pablo Pardo, Cinta Fosch
Published at: 2025-06-17 22:03:16
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