Si la recuperación de la democracia, a partir de la década de los ochenta significó la renovación de amplios sectores de partidarios del fracaso de la Unidad Popular, y el encuentro con quienes fueron sus adversarios desde el humanismo cristiano, para recomponer el tejido de lo que el Presidente Aylwin -figura señera de dicho período- denominó “El reencuentro de los demócratas”, hoy a casi 40 años de dicho momento asistimos, como venimos haciéndolo hace algunos años, al retroceso en el tiempo de la hegemonía de la izquierda que ha borrado o vaciado a una centroizquierda razonable. Más bien, se trata de un PC detenido en la historia, una suerte de dinosaurio en extinción que sobrevivió, a duras penas, a la caída del asteroide de la libertad, ese que apoyó que los tanques de la URSS aplastaran la resistencia de Praga, el mismo que entrenó a sus cuadros y admiró por años a Castro, y sus secuaces, el PC que durante años vio en Cuba, Vietnam los focos de la resistencia contra el imperialismo. Hablamos del PC que en Chile, en los últimos años, apoyó irreflexivamente y como cabeza de lanza una insurrección de violencia, contra un gobierno establecido; el que no fue capaz, a la hora de detenerla, de firmar el acuerdo de paz, y que dio paso a una locura constituyente que no buscó en caso alguno la conciliación o la reconfiguración de un proyecto de país común, sino la instalación de una añeja mirada de mundo para convertir a Chile, en un bastión más de la lucha geopolítica que observamos en el mundo.
Author: Gabriel Alemparte
Published at: 2025-07-08 17:30:00
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