Otra motivación más prosaica es que, en realidad, quería que esas novelas que estaba publicando se vendieran y creía que el retrato de Jane Austen que estaba trazando encajaba mejor con lo esperado en la época y haría que sus historias fueran aceptadas y que su hermana no tuviera que pasar por las críticas y caricaturas de inestables o radicales con las que se etiquetaba a otras autoras de la época. “Cuando escribía, anticipaba que los lectores entenderían y leerían entre líneas para sacar el significado, igual que hacían en los Estados comunistas los lectores, que tenían que aprender a leer lo que los escritores tenían que aprender a escribir”, dice Kelly, que recuerda que Austen escribió en un régimen totalitario y que sus novelas tardaron en salir a la luz por lo que no fueron leídas por la audiencia en el momento que ella tenía en mente. Y lo que desafía Elizabeth Bennet en la trama son algunos de esos prejuicios antiguos y establecidos que los ingleses supuestamente tenían que idealizar: los aristócratas pueden ser malencarados, despiadados y no merecedores de su estatus –como Lady Catherine–, los pastores pueden ser torpes, descuidados con sus feligreses y aprovechados de moralidad cambiante –como Collins–, los soldados causan desorden y acosan a las adolescentes, y la autoridad sea de los progenitores –Elizabeth es inusualmente crítica con su padre y su madre– o los ricos merece ser cuestionada igual que la desigualdad social.
Author: María Ramírez
Published at: 2025-12-15 20:28:07
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