Contaba en un reportaje el New York Times que, en las playas de Apulia, especialmente en Bari, la hora del almuerzo siempre fue un espectáculo colectivo donde familias enteras despliegan mesas, manteles y bandejas repletas de lasañas, arroces con mejillones, pastas de marisco, embutidos fritos o pulpo crudo, manteniendo viva una costumbre que se remonta al auge del turismo de masas en la posguerra. Los dueños de los clubes alegan la necesidad de preservar la “decoración” y los ingresos de sus bares, pero los vecinos denuncian un ataque a un derecho básico, pues la ley reconoce que las playas son públicas y no se puede prohibir llevar alimentos. Los defensores del sector alegan que los precios no han crecido tanto como se dice y que incluyen servicios de seguridad y socorristas, pero las asociaciones de consumidores denuncian que las concesiones se han convertido en un “agujero negro” para las finanzas de las familias.
Author: Miguel Jorge
Published at: 2025-08-24 15:30:45
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