No hay transporte público más que un coche que recorre nuestros 172 km² una vez al día aunque no todos los días, y un autobús que lleva a Ourense por la mañana y regresa por la noche, así que cualquier gestión te supone una jornada entera; no tenemos oficina bancaria aunque sí un cajero automático, uno; no tenemos gasolinera, ni librería, ni donde comprar un periódico; no tenemos supermercado ni ninguna tienda más allá de una farmacia, ni tenemos oficina agraria, ni cine, ni teatro, ni ningún centro de actividades, ni ningún tipo de programación cultural estable y de buena calidad (la misma calidad, al menos, que en las ciudades). En este mundo rural hay enfado con las estructuras de Estado que regulan su vida sin entender lo que es la vida: enfado por un modelo de transición energética que impone polígonos eólicos y solares aquí pero nunca en mitad de las ciudades, que alegan planes desarrollo que ya se vivieron con los embalses y que, en lugar de desarrollar, despoblaron, enfado con un ecologismo absurdo que nos obliga a recoger a hurtadillas piñas del suelo para encender la lumbre porque sí, arriesgas multa, que nos incita a calentarnos con pellets industriales traídos de muy lejos frente a las podas selectivas tradicionales que limpian los montes y los protegen de los incendios, también perseguidas, o que prohíbe que las vecinas (que de verdad, somos cuatro) usen retama para hacerse escobas, cuando el problema de la desaparición de la retama son los sistemas fabriles que producen, entre otras cosas, las escobas de plástico traídas de China a las que recurren ahora mis vecinas. Las reivindicaciones de estos días son simples: una gestión de los montes que atienda al conocimiento situado y al equilibrio de todo el ecosistema rural, y un despliegue de recursos justo: si se rescatan bancos se pueden rescatar aldeas, si se subvencionan museos de vanguardia se pueden abrir bibliotecas en los pueblos, por no decir centros médicos, si se pueden desplazar deltas de ríos para poner aeropuertos, como en Barcelona, seguro que se puede desbrozar el monte para que no se propaguen los incendios.
Author: Brigitte Vasallo
Published at: 2025-08-19 19:47:21
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