Hecha de nubes

Hecha de nubes


Por fortuna, nuestro estimado antepasado griego, su esposa y unos cuantos congéneres más, incluidos los habitantes de Parnaso –a quienes avisaron los lobos, según cuenta Pausanias en el libro X de su Descripción de Grecia–, sobrevivieron y se siguieron reproduciendo, permitiendo que Hesíodo llegara a la última parte del Catálogo, si damos por bueno que las Grandes Eeas no son uno de sus capítulos; y, en esa última parte, aparecen varias personas de interés: una espartana llamada Helena, de “hermosa cabellera”, “la belleza de la dorada Afrodita” y “destellos de las Gracias” y un montón de pretendientes tan mal prendados de la joven que, por poner un ejemplo de dicho texto, ni la habrían casado con el poderoso Menelao “si el rápido Aquiles la hubiera encontrado virgen cuando volvió a casa desde el Pelión”, o sea. Como sabemos, el primer rapto de Helena es algo anterior al asunto de Paris y Troya: sólo tenía “doce años de edad” el día que Teseo se presentó en compañía de Pirítoo y se la llevó con la altruista intención de dejarla encerrada hasta poder desposarla; sin embargo, Pirítoo quería secuestrar a su vez a Perséfone, que reinaba en el inframundo y, mientras ellos estaban de viaje, llegaron los hermanos de Helena y la liberaron con ayuda de “los lacedemonios y los arcadios” (Apolodoro, Biblioteca mitológica). Si se escribe “el rapto de Helena” sin más, es decir, sin puntualizaciones, la inmensa mayoría pensará automáticamente en Paris y los acontecimientos que, según esa leyenda, llevaron a la destrucción de la ciudad de los teucros; pocos pensarán en Teseo –generó menos literatura, con permiso de Estesícoro y Píndaro–, lo cual tiene su gracia, porque Teseo la rapta siempre y, en cambio, París la rapta en unos relatos, se fuga con ella en otros y, regresando a la Helena de Eurípides, lo que rapta es “una imagen funesta hecha de nubes”, una ilusión óptica de Hermes para poder salvarla, con la promesa de que “algún día”, cuando Menelao supiera “que yo no había estado en Troya ni profanado mi lecho”, podría vivir con él en “la ínclita tierra de Esparta”.

Author: Jesús Gómez Gutiérrez


Published at: 2025-11-15 21:25:43

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