Cuando él habla de la idea del esfuerzo, de la responsabilidad individual o de las bondades de la competencia (las matrículas de honor eran numerus clausus y había que conseguirlas en disputa con otros candidatos) no hace otra cosa que reivindicar las enseñanzas de su propia experiencia. Federico estaba condenado a ser liberal desde que sus ojos se abrieron a la contemplación de la belleza y las exigencias de la sierra de Albarracín. Luego –Pekín fue su Damasco– se dio cuenta de que no se puede luchar contra una tiranía militando en otra y desde entonces enarbola la bandera de España y la libertad con esa tenacidad incombustible, íntimamente cosida a su biografía, que tanto desalienta a sus contradictores.
Author: (abc)
Published at: 2025-06-24 17:42:24
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