“… los ángeles antiguos, porque los antiguos, los alados -pensemos en los más famosos de ellos en las pinturas de la Anunciación, producidas en cantidades inconmensurables durante la Edad Media y el Renacimiento- traían un mensaje, un mensaje de que El Que Había de Nacer nacería; estos eran los ángeles de la antigüedad, estos mensajeros celestiales que llegaban continuamente con este u otro mensaje, y según los hallazgos de la angelología, en su mayor parte transmiten este mensaje al destinatario verbalmente”, detalló el Nobel. “… de repente me doy cuenta de que estos nuevos ángeles no solo no tienen alas, sino que tampoco tienen mensaje, ninguno en absoluto, simplemente están aquí entre nosotros con su sencilla ropa de calle, irreconocibles si así lo desean, pero si desean ser reconocidos, entonces eligen uno de nosotros, pasamos por encima, y de repente, en un solo momento, las cataratas caen de nuestros ojos, la placa se desprende de nuestros corazones, es decir, se produce un encuentro, nos quedamos allí en shock, oh Dios mío, es un ángel, están aquí parados frente a nosotros […] solo se quedan allí y nos miran, están buscando nuestra mirada, y en esta búsqueda hay una súplica para que los miremos a los ojos”. Inventaste la rueda, inventaste el fuego, te diste cuenta de que la cooperación era tu único medio de supervivencia, inventaste la necrofagia para poder ser señor del mundo bajo tu mando, adquiriste un intelecto asombrosamente grande, y tu cerebro es tan grande, tan surcado y tan complejo que verdaderamente, por medio de este cerebro, adquiriste poder, aunque algo limitado, sobre este mundo que también fue nombrado por ti, conduciéndote a tales reconocimientos de los cuales luego se supo que no eran ciertos, pero que te ayudaron a progresar en el curso de tu evolución”.
Author: Daniel Gigena
Published at: 2025-12-08 20:32:19
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