No dejar solo a ningún hombre, se titularía la crónica mencionada de Miguel Hernández; y Miguel Hernández está muy cerca de ese hombre en concreto, que casi parece el protagonista de su relato: es el escritor Pablo de la Torriente Brau, la persona que, tras reconocerlo en Alcalá en el cuerpo de Zapadores del 5º Regimiento, lo había nombrado jefe del Departamento de Cultura; el responsable de facto de que el poeta de Orihuela abriera su obra al periodismo y, más concretamente, a ser corresponsal de guerra en su propio país; el homenajeado en su Elegía segunda (la primera es para Federico García Lorca): “No temáis que se extinga su sangre sin objeto/ porque éste es de los muertos que crecen y se agrandan/ aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto”. La mejor explicación de la unidad de soldado y poeta en la vida de Miguel Hernández la dio él mismo en el homenaje que le dedicó el Ateneo de Alicante el 21 de agosto de 1937: “El poeta es el soldado más herido en esta guerra de España. Casi todos los poemas de El hombre acecha y Viento de pueblo se publicaron originalmente en revistas de unidades militares (Acero, Al Ataque, La Voz del Combatiente, los ya mencionados Nueva Bandera y Frente Sur, etcétera) y, cuando no estaba escribiendo versos como Ercilla, escribía algunos de los mejores textos de periodismo de guerra que se han escrito, siempre “desde la prosa de la poesía que veo y siento en lo más hondo” (respuesta a Celdrán).
Author: Jesús Gómez Gutiérrez
Published at: 2025-04-05 20:29:43
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