Cuando el 4 de agosto último el presidente Javier Milei anunció, con pompas apropiadas a quien comunica algo así como el comienzo de una esperada obra pública, que dejaría de insultar a fin de concentrarse en la discusión de ideas, todos entendieron que al fin había tomado nota de lo que hacían saber las encuestas de opinión pública. He estado pensado si los efectos del pan de jabón de la inolvidable gesta docente de mi madre en aquella lejana mañana serán a largo plazo comparables, sobre la ardua personalidad de Milei, con las derivaciones de las encuestas de opinión demostrativas de que la gente ha comenzado hace tiempo a hartarse del vocabulario de caudalosa procacidad de un grandulón que cumplirá 55 años el 22 de octubre, cuatro días antes de los comicios nacionales de medio término. O sea, a los críticos más empecinados, que en realidad estaban espantados desde el primer día, y a muchos de entre quienes votarán, aun con renuencia, por los candidatos de Milei el 7 de septiembre y el 26 de octubre, con tal de evitar al país la nueva maldición bíblica que sería el triunfo kirchnerista en toda la línea
Author: José Claudio Escribano
Published at: 2025-08-20 22:32:43
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