Su invención se convirtió en un recurso clave para el Imperio Bizantino, que la utilizó en momentos críticos como los asedios de Constantinopla en 674 y 717, y contra los rus de Kiev en el 941. Con una mezcla de petróleo crudo, resina de pino y un sistema de proyección por presión, consiguieron recrear una versión funcional del arma, con llamas que alcanzaban los 1.000 grados y un chorro de fuego que se proyectaba hacia abajo, ideal para atacar barcos bajos en el agua. El fuego griego ha pasado a la historia no solo como un arma devastadora, sino también como un ejemplo temprano de guerra tecnológica basada en el conocimiento científico y el secreto militar.
Author: Juan Diego Polo
Published at: 2025-10-06 20:00:11
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