La precisión destructiva de la locura vuelve a someterse a prueba en uno los disparates políticos más enormes de la historia contemporánea: la tesis de que Estados Unidos es comparativamente menos rico y menos poderoso ahora que en 1942 o que en 1945, años en que entró y cerró la Segunda Guerra Mundial y la sugerencia de que además el sistema que nace de 1945 no sirvió para convertir a ese país en la hegemonía tecnológica, militar y económica más grande de la historia, y fue diseñado por sus políticos, militares, economistas, científicos y empresarios durante generaciones, sino que fue una manera insidiosa y universal, un sumatorio de intrigas en que la especie humano se implicó para enviar a Estados Unidos a la ruina Porque si un Estado –que en este caso me cuesta reconocer como el viejo, admirado y querido Estados Unidos– adopta una conducta reiterada, sistemática y excepcionalmente grave de incumplimiento y violación de principios fundamentales del derecho internacional, causando graves daños económicos y ejerciendo una presión económica que muchos no dudarían en considerar de terror o al menos intimidatoria y coercitiva, entonces deja de ser teórica la posibilidad de que una comunidad de Estados pueda acudir al Tribunal Internacional de Justicia para detener esa conducta y pedir daños y perjuicios frente a ese Estado. La parálisis actual del Órgano de Apelación de la Organización Mundial de Comercio OMC (EE.UU. bloqueó durante la Administración de Trump el nombramiento de jueces al Órgano de Apelación de la OMC, paralizando así gran parte del sistema de resolución de conflictos) refuerza este argumento excepcional, ya que ante un sistema especializado disfuncional, el Tribunal Internacional de Justicia podría actuar como foro subsidiario para resolver controversias evidentemente fundamentales que amenacen la estabilidad del sistema multilateral.
Author: (abc)
Published at: 2025-06-09 17:01:47
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