Algunas borlas de los 97 quipus conservados por los aldeanos están hechas de colas de llama que recuerdan a las nubes de lluvia y se presentaban en las ofrendas en el lago sagrado Paccha-cocha cuando se quería invocar a las precipitaciones, mientras que en otros rituales pedían a los espíritus de los muertos que detuvieran las inundaciones. En el caso de los Andes, hay investigadores trabajando en los más diversos escenarios, desde los testigos de hielo de los glaciares hasta la madera de las queuñas centenarias que crecen en lo alto de los volcanes. “En épocas coloniales hay registros muy detallados de cómo era el caudal del canal que alimentaba los molinos de la mina o la cantidad de rogativas católicas para pedir la lluvia, y al comparar con las reconstrucciones de precipitación obtenidas con los anillos de los árboles encontramos coincidencias, así que son métodos que se que se complementan y se validan entre ellos”.
Author: Antonio Martínez Ron
Published at: 2025-06-21 19:54:43
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