A la misma hora en la que el ex ministro José Luis Ábalos y su ayudante Koldo García recibían, abatidos y llorosos en los patios del Tribunal Supremo, la noticia de su ingreso en prisión, Santos Cerdán, su socio de presuntas corrupciones, y su esposa Paqui salían como alma que lleva el diablo del búnker en el que habían permanecido encerrados a cal y canto durante dos días largos. El pasado verano, desde la cárcel de Soto, Santos, Santi para los del pueblo, envió un escrito al Tribunal Supremo en el que anunciaba que su familia abandonaba el ático de más de 2.500 euros de alquiler en el centro de Madrid y se trasladaba a Milagro. Empresa para la que ella trabajaba sin que el socio principal supiera en qué y que pagó el sueldo de 53.000 euros a su hermano pequeño, condenado por violencia de género (le quemó el coche a su ex) y que fue sólo un día al trabajo que se le había asignado, la reconstrucción del puente del Centenario de Sevilla, una de las concesiones de obra exigidas por Cerdán, según la UCO.
Author: Ángeles Escrivá
Published at: 2025-11-29 21:33:07
Still want to read the full version? Full article
