Su crimen fue una síntesis perfecta del nacionalismo vasco radical: el 7 de mayo de 2000 ETA no solo le quitó la vida al marido de Mari Paz y al padre de Alain y Aitziber, sino que quiso pulverizar los cuatro símbolos que él encarnaba. Porque López de Lacalle escribía con una valentía asombrosa y con una vocación pluralista insobornable, como se aprecia en la icónica fotografía de su asesinato: su cadáver sobre el suelo de Andoáin junto a un paraguas abierto y los ocho periódicos que acababa de comprar esa mañana. «ETA», dijo Otegi en la tele, ponía «encima de la mesa el papel de determinados medios de comunicación» en «el conflicto entre Euskal Herria y el Estado».
Author: Leyre Iglesias
Published at: 2025-05-06 20:51:27
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