Algo muy similar está ocurriendo en los países principales de Europa, donde gobiernos que se ufanan de su perfil progresista ya se han hundido por completo o, si aún sobreviven, se han hecho tan impopulares que es más que probable que los sucedan otros liderados por personajes que sean aún más “ultraderechistas” que el que a partir del 11 de marzo estará a cargo de Chile. Traumatizados por la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales del año pasado, los estrategas del Partido Demócrata están divididos entre aquellos que quisieran poner fin a la adhesión entusiasta a las novedades “woke” que tantos perjuicios les ha ocasionado, y los persuadidos de que aún pueden ganar la “batalla cultural” contra aquellos que se niegan a entender que cualquier hombre puede transformarse en mujer si así lo desea y que todos los blancos son congénitamente racistas y por lo tanto responsables de las tribulaciones de las minorías de color. Todos temen que sus propios países pierdan las características que a su juicio los definen en el crisol globalizador, de ahí la voluntad de echar a los de origen externo que ven como intrusos y de resistirse a cumplir con tratados internacionales como los redactados por quienes se afirman angustiados por los cambios climáticos que están en marcha, que los obligan a hacer sacrificios económicos que golpean más a los ya pobres.
Author: James Neilson
Published at: 2025-12-17 23:41:15
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