El ministro de Exteriores australiano, Herbert Evatt, sabía que Churchill coleccionaba animales exóticos y pensó que un ornitorrinco, una criatura que muchos consideraban en la época un engaño taxidérmico, podría inclinar la balanza a favor de las peticiones de apoyo militar de Canberra. Cuando finalmente salió a la luz, se extendió la versión de que el ornitorrinco había muerto por el estrés de los ataques de los submarinos alemanes, una historia que el propio Fleay respaldó públicamente. Paralelamente, un equipo del Museo Australiano digitalizó la colección personal de Fleay, donde encontraron el registro diario de temperaturas que reveló la causa real de la muerte.
Author: Antonio Vallejo
Published at: 2025-08-10 17:30:08
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