 
                    Los indicios de cuál sería la política de Trump hacia América Latina vinieron de la mano con la nominación de Marco Rubio para el cargo de secretario de Estado, de Mauricio Claver-Carone como enviado especial para la región y de Christopher Landau como vicesecretario de Estado, todos representantes de la línea dura ultraderechista y conocidos por su hostilidad hacia los gobiernos de izquierda. A ello sumó nuevas coerciones diplomáticas, económicas y políticas contra Cuba y Venezuela, la injerencia abierta en Brasil por el juicio y condena contra el expresidente Jair Bolsonaro, la resurrección de la narrativa de Venezuela como 'narcoestado' y de la acusación infundada de que su presidente, Nicolás Maduro, dirige un cártel (Trump hizo recientemente el mismo señalamiento contra el mandatario colombiano, Gustavo Petro); la descertificación de Colombia en materia de lucha contra el narcotráfico y el despliegue militar estadounidense en el mar Caribe con el pretexto declarado de combatir a los cárteles de droga, aunque el objetivo evidente, para todos los analistas, sea amenazar a Caracas y, de seguidas, a Bogotá. Fue el primer paso de lo que habría de seguir: el fortalecimiento de mecanismos de integración existentes como Mercosur y la fundación de otros, entre los que se cuentan la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Petrocaribe (iniciativa de venta de hidrocarburos venezolanos a bajos precios a naciones del Caribe insular) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Author: Zhandra Flores , RT en Español
Published at: 2025-10-30 21:37:53
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