A las niñas Sofía y Tatiana las unió en la guerra, el exilio y la condición de princesas griegas, que les permitió salir de Europa en lo que duró la Segunda Guerra Mundial, cuando terminó la contienda bélica, la princesa Sofía regresó a Atenas, como le correspondía por ser hija de los príncipes herederos, Pablo y Federica, tras el plebiscito que se celebró en Grecia; mientras que la princesa Tatiana regresó a Francia, donde había nacido y donde casi siempre estuvo asentada su familia. Casualidad o no, seguramente no, en la boda de Constantino y Ana María de Grecia ejerció de acompañante del entonces príncipe heredero Harald de Noruega; ya se sabe que por esos años su padre, el rey Olaf, intentó infructuosamente una y otra vez que su hijo se casara con alguna princesa europea, pero Harald ya se había enamorado de la "plebeya" que con el tiempo se convirtió en la reina Sonia. Es posible que la princesa ahora fallecida haya sido una de las personas que mejor y más han conocido a la reina Sofía, una mujer que siempre ha estado en primera fila, pero, a la vez, la ha rodeado una buena dosis de enigma, quizá por su carácter reservado, un rasgo que ella misma contó que heredó de su padre, el rey Pablo, y que también encontraba en la forma de ser de Felipe VI.
Author: Sira Acosta
Published at: 2025-12-20 18:03:37
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